viernes, 12 de agosto de 2011

El contrato.

Fecha 06/06/2011
Voy a contaros un cuento. Érase que se era dos tiernos ingenuos que, uno por abajo y otro por arriba, rodeaban la cuarentena. Lo digo a título informativo y un poco exclamativo ya que a esa edad deberían haber perdido esa credulidad. Podrían evitarse el efecto polilla; sí, esa misma, la que se da una y otra vez con la bombilla y que nosotros oímos ¡pef, pef, pef! pero quién sabe si en lengua-polilla significa ¡ay, ay, ay...!
Pues el caso es que los dos inocentes llaman por teléfono a Vodafón. Les contesta una amable televenta que les ofrece "EL DORADO": Una tarifa plana para fijos nacionales de 3.000 minutos y conexión ADSL por 39,90 € al mes (+ iva). Nuestros protagonistas le alegran porque ahorran unos 14 € al mes en comparación con su compañía en ese momento. Esa compañía no la nombraremos pero diciendo que es "la de toda la vida" creo que quedamos todos informados.
Pero la alegría parecía no tener fin, la amable operadora les dice que ADEMÁS hay una promoción, que finaliza al día siguiente, por la que durante los seis primeros meses pagarán tan solo 19,90 € (+ el iva de siempre, ¿tanto les costará calcularlo y sumarlo ellos?).
Aceptan, solicitan la portabilidad, envían el fax y se miran con una expresión muy parecida a la del gato que se acaba de comer un ratón. El problema está en que tenían que poner la cara que puso el ratón antes de ser comido por el gato. ¡Error de posicionamiento!
Se hace efectiva la portabilidad y les envían el router y el módem por paquetería al domicilio.
A los pocos días reciben una factura por un importe de 29,00 € en concepto de portabilidad. Y nuestra protagonista, muy remangada ella, ni corta ni perezosa devuelve el recibo. Tras varias llamadas entre las que no dejó de oírse alguna que otra amenaza (por ambas partes, que me he propuesto ser sincera) el asunto quedó aclarado.
Y aquí dejamos a nuestros protagonistas, en una tranquilidad que precede a una buena tormenta, a la espera de los nuevos acontecimientos.

CONTINUARÁ...

lunes, 1 de agosto de 2011

Tras el primer fiasco.

Fecha 10/06/2011
Habíamos dejado a nuestros protagonistas relajados, tranquilos... ¡pobres!. Llega el inevitable mes de febrero y con él la nueva "dolorosa". Asciende la bendita a la friolera de 79,30 €. Y ahí que nuestra protagonista se vuelve a remangar y se va camino del banco a devolverla. Vuelve a casa con la sensación de la labor bien hecha. Se siente la heroína que lucha contra las injusticias, lleva su melena al viento a modo de capa de super-girl. Más bien super-gili... Al día siguiente empiezan las llamadas de que si tenemos un recibo devuelto, ella: que ese recibo está mal, que tienen que ser 19,90 más iva (si ellos no calculan en iva no se lo va a calcular ella, que no mastica para nadie); que si tienen que abonar el recibo, ella: que no abono nada hasta que me manden el recibo correcto; ellos que tiene que abonarlo y reclamarlo para que le devuelvan el dinero, ella: que no soy una ONG con kas de limón, no adelanto el dinero a nadie. Tira de aquí, tira de allá y ¡zas! que cortan la línea del teléfono. ¡La madre que los...! ¡serán...! ¡esto es una...!
¿Os acordáis de aquellos símbolillos que salían en los tebeos? ¿aquellas almohadillas, espirales, serpientes y rayos? Pues los busqué en el teclado pero al no encontrarlos los tuve que sustituir por estos insípidos puntos suspensivos, algo tenía que poner que no fueran los verdaderos calificativos arrabaleros.
Fue entonces cuando se metieron de lleno en los mundos de Lewis Carroll. Os explico. Tenían un contrato con Vodafón Empresas lo que significa que si te cortan la línea de teléfono que tienes con ellos no puedes llamar desde ningún otro teléfono que no sea "empresarial". Llaman al 122 les pasan sin previo aviso al 123 y ahí les sale la teleoperadora, con acento de no tienen muy claro donde, y les dice que deben llamar desde un teléfono de empresa. Cuando le dicen que han cortado la línea les dice que deben llamar al 122. Repiten que eso hicieron pero que les pasan automáticamente con el 123 a lo que la redicha les contesta que es que la llamada deben hacerla desde un teléfono de empresa. Y así hasta el infinito y más allá...
Y para no aburriros más os ahorraré el tener que leer sobre las múltiples llamadas, incluso la que realizaron desde una tienda de esta compañía de incomunicación. Pasaremos directamente al final de este capítulo y os diré que el resultado de todo este trajín de llamadas, gritos y silencio telefónico no fue otro que abonar los 79,30 € para poder hacer la reclamación y que los (piiiiiiiiiiiiii) de Vodafón la estudiasen y viesen si procedía hacerse la devolución del importe que ellos estimasen.
Aquí dejo el relato para otro momento; solo os adelanto que ¡se masca la tragedia! Los ánimos están caldeados y nuestra heroína grita ¡injusticia! y clama venganza. Poco sabía entonces de que iba a tener menos futuro que una tetera sin asas.

(CONTINUARÁ...)